Porque, la prueba de mi amor no será que yo lo diga y lo manifieste, sino que me esfuerce cada día en cumplirlo. Y eso sólo lo podré hacer contigo y en, con y por el Espíritu Santo. Dame, Señor, la sabiduría de entender y de saber discernir lo bueno de lo malo. Y también la voluntad y fortaleza para poder vivirlo y llevarlo al día a día de mi vida.
Señor, llénanos de tu presencia y haz que la sintamos en nuestros corazones. Creemos en tu Palabra, Señor y esperamos confiados que tu presencia nos llene cuando Tú lo decidas. A nosotros no toca esperar, pero no con los brazos cruzados, sino esforzándonos cada día en guardar tus mandatos y llevándolos a nuestra vida, con humildad, paciencia y esperanza.
Y abiertos a la acción del Espíritu Santo, que nos asiste y nos acompaña, para infundirnos la sabiduría de discernir el bien del mal y así vivir en tu Voluntad, cumpliendo tus mandatos y proclamando tu Palabra con humildad por todos los lugares que nos lleva nuestro camino.
Gracias, Señor, porque alegres y esperanzado caminamos junto a Ti seguros y en paz, porque sabemos que Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.
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