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viernes, 24 de noviembre de 2017

UN TEMPLO LLENO DE VIDA


HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


La casa del Señor está dentro de ti. Es tu corazón, porque el Señor Vive, ha Resucitado y camina a tu lado. Por lo tanto, no está en un lugar determinado, si bien, de forma espiritual está bajo las especies de pan y de vino consagrado en el Sagrario. Pero, esperando entrar en tu corazón como alimento espiritual para caminar contigo en tu deambular diario y en tu lucha de cada día contra esa cruz que se te hace pesada y te cuesta cargar.

Es verdad y tiene sentido que, tengamos unos lugares donde encontrarnos y vernos. Necesitamos conocernos y compartir. Amar no se puede vivir desde la individualidad ni el aislamiento. Necesitamos estar juntos y unidos. No sólo de espíritu sino también físicamente y materialmente. Porque, no sólo somos espíritu, sino carne también. Tenemos vida animal, pero también espiritual. Somos semejantes al Dios hecho Hombre, nuestro Señor Jesús, y en Él encontramos nuestra referencia y nuestro camino. Pues, el mismo se nos ha mostrado como Camino, Verdad y Vida.

Pero, nuestro verdadero templo lo llevamos con nosotros. Y desde cualquier lugar podemos adorarle en espíritu y en verdad. Somos templos del Espíritu Santo, y, abiertos a su acción, nada tendremos que temer, porque, destruidos seremos levantados y resucitados como Él nos ha prometido. Llevamos la cruz de nuestra vida, y muertos al pecado viveremos en la luz y gloria de la Resurrección.

Por lo tanto, adoremos al Señor en Espíritu y en Verdad desde la atalaya de nuestro corazón y muramos al hombre viejo de los sacrificios y ofrendas de animales. Vivamos el alimento del pan y vino que el mismo Señor ofreció en las vísperas de su Pasión, y comamos de esa comida que nos ha ofrecido. Alimento que no necesita de templos ni de edificios concretos. Alimento que podemos compartir y ofrecer en cualquier lugar donde el Señor se hace presente y celebra su muerte y Resurrección partiéndose, bajo las especies de pan y vino, para redimirnos y salvarnos. Amén.

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