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miércoles, 20 de diciembre de 2017

¿CUÁ ES NUESTRA MIRADA?

Cuando titulo esta reflexión, "cuál es nuestra mirada", quiero significar y descubrir el sentido de cómo miramos nosotros este acontecimiento de la anunciación. ¿Lo miramos como algo sucedido en la lejanía y con cierto sarcasmo que nos trae la duda? ¿O también como algo que se cuenta y se dice, pero que no se sabe si en realidad sucedió? ¿O con la indiferencia de que es un cuento más de los muchos que la historia narra? ¿O con cierta credibilidad, pero que no trasciende en mi vida, ni me mueve ni compromete a nada?

Es posible que algunas de esas miradas estén en tu corazón, u otras que solo las sabes tú, pero la única mirada que te permitirá dejar nacer al Niño Dios en tu corazón es la de contemplar a María en su dolor gozoso al ser anunciada como la elegida para prestar su vientre al nacimiento del Hijo de Dios. Y digo dolor porque ella antepone la Voluntad de Dios a su´dolor ante la incertidumbre de no saber la respuesta de José y la de su familia.

María sufre la incertidumbre de no ser comprendida, ni por José ni por su entorno familiar y social. María, dentro del gozo de compartir con su prima Isabel la alegría de ser la Madre de Dios, experimenta el riesgo y la amenaza de no saber qué va a ocurrir. Su vida está en peligro ante la posible y lógica repudia de José, pero, destaca un cosa, que nos sirve de ejemplo y testimonio para también nuestras adversidades, su fe en la Palabra y promesa de Dios.

El saludo del Ángel Gabriel: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin» 

Ese "No temas, María..." es guardado plenamente en su corazón y en él se abandona y confía. María se fía de Dios y, a pesar de todo lo que se le viene encima, manifiesta su Sí y acepta la Voluntad de Dios. ¿También es nuestra mirada de esa forma? Conscientes de nuestras debilidades y pecados, pidamos que estas navidades nuestra mirada sea como la de María, Y no tengamos miedo, porque también cada uno de nosotros tenemos nuestro propio ángel de la Guarda. Amén.

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