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viernes, 26 de enero de 2018

QUIERO DAR FRUTOS BAÑADOS DE AMOR

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


No todos los frutos son buenos, pues, aquellos que son fruto, valga la redundancia, del poder, de la fuerza, de la imposición, de la venganza, del odio, de la riqueza...etc. son frutos nacidos del egoísmos y el interés. Yo quiero ser fruto dado generosamente y cultivado y trabajado por el amor. Entregado para morir por el bien y salvación de los demás.

Porque el fruto buscado debe ser aquel que procura el bien del hombre, pero orientado siempre a Cristo Jesús, único y verdadero salvador del mundo, y que da la salvación. No se trata sólo de buscar el bien, sino el único y verdadero bien, que es la salvación en el Señor. Esos son los frutos, Señor, que yo quiero dar. Quiero convertirme, por tu Gracia, Señor, en semilla que germine primero en hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga para, por último terminar en fruto, hora que se le mete la hoz porque ha llegado la siega.

Y eso sólo lo conseguiré por tu Gracia, Señor. Cultívame con el agua de tu Gracia para que, hundido en tierra buena, dé los frutos que Tú, Señor, esperas de mí. Y llévame, Señor, por el camino que conduce a esa tierra buena, librándome de caer en el camino, o entre piedras o abrojos. Muéveme con tu Gracia, Señor, para que sepa encontrar esa tierra buena donde mi semilla fertilizada y hundida profundamente pueda dar una cosecha de treinta, sesenta o cien.

Esa es mi desesperada oración, esperanzada y confiada en tu Misericordia y tu Amor. Y una oración alegre y gozosa por cuanto experimento que hoy soy mejor que ayer, y que mañana seré, por tu Gracia, Señor, mejor que hoy. Porque sé que Tú me escuchas y me respondes, pues has venido a salvarme y has plantado en mi corazón esa semilla de salvación que, con tu Gracia y Amor, germinará y dará una cosecha abundante de buenos frutos. Amén.

1 comentario:

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.