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viernes, 9 de febrero de 2018

UN PROBLEMA CANDENTE

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS.


Es algo que lleva tiempo pasando, muchas personas están alojadas en residencias. No son aptas para vivir en familias, pues necesitan una serie de atenciones que la familia moderna no puede darles. Me para en eso de moderna, pues me llama la atención. La modernidad está siempre relacionada con el progreso y los adelantos. Pero, en esto de las familias no parece del todo un adelanto.

Hay muchos ancianos, que ya no se sabe a que edad se es anciano, que sufren la lejanía y separación de sus familias. No se les aguantan en la familia, porque la familia tiene que viajar, tiene que descansar, tiene que divertirse, y el anciano no aguanta ni soporta ese ritmo. Ya no sirve ni para cuidar y quedarse al cargo de otros más pequeños, pues se han hecho grandes. Ahora, el tracto es él y ya no sirve. Mejor, lo apartamos y lo ponemos en una buena residencia.

Pero, no se trata de comodidad, ni de estar bien atendido. Se trata de la familia, mi familia. No se puede establecer la residencia en casa. No se puede nadie dar al que se dio antes en su juventud. ¿Cómo se entiende el amor?  ¿Se recibe, pero no se da? ¿O se da y se recibe? ¿Dónde están las prioridades? ¿Se pone primero el viajar, el divertirse, el trabajo y la producción que la atención al enfermo? 

Son cuestiones candentes que nos desafían y miden nuestro amor, y sobre todo nuestra fe. Porque, cuando se trata de amar hay que estar dispuesto a morir. Y morir significa dejar todo lo que aparentemente nos parece que nos va a llenar de éxito, gozo y felicidad, y buscar el bien del otro, desechando lo que egoístamente nos atrae y nos gusta, por lo que realmente esconde el verdadero gozo, felicidad, que nos dará lo que buscamos y queremos. Nuestro mayor éxito, la Vida Eterna.

Eso es lo que realmente nos enseña el Señor y lo que, hoy, Dios mío, te pedimos. Danos un corazón generoso y entregado al servicio por los demás. Un corazón que se preocupe por servir y darse. Un corazón que no se acomode ni se acostumbre a pedir, pero no a ser y hacer. Sácanos, Señor, de esa peligrosa rutina y comodidad. Amén.

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