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domingo, 29 de abril de 2018

QUIERO PERMANECER EN TI, SEÑOR, PARA DAR FRUTOS

Resultado de imagen de Jn 15,1-8, por Fano
Esa es mi intención. A veces nos empeñamos en hacer las cosas nosotros solos y olvidamos que todo depende de la acción del Espíritu Santo. Es verdad que tenemos nuestra propia iniciativa y que también hemos recibido nuestras capacidades y talentos para emplearlos en producir frutos. Pero, aunque nuestro Padre Dios quiere que pongamos toda nuestro capacidad, para eso nos ha creado libres, nos es necesario que la pongamos en sus Manos.

Esa es la misión del Espíritu Santo. Ha venido después de la Ascensión del Señor, para asistirnos, para auxiliarnos y para dirigirnos. Si actuamos por nuestra cuenta, ¿qué pinta Él? ¿Para qué ha venido a nosotros? Y si ha venido es porque realmente le necesitamos. Jesús nos dijo en su Ascensión que convenía que Él se fuera para que viniese el Espíritu Santo, porque será Él quien nos iría iluminando todo aquello que los apóstoles no habían entendido y todo lo que faltaba por revelar y aprender.

Y, hoy, después de más de dos mil años, la Iglesia sigue peregrinando asistida y auxiliada por el Espíritu Santo. Tenemos y necesitamos peregrinar injertados, por la Gracia de nuestro Bautismo, en el Espíritu Santo. Él nos conduce y nos dirige y nos transforma para que nuestros frutos sean frutos cultivados y realizados desde la Voluntad de Dios y para su Gloria.

Por todo ello, pidamos al Espíritu Santo que nos dirija y nos asista poniéndonos nosotros a su disposición. Y ello nos compromete a no dar un paso sin su asistencia, sin ponernos en contacto con El, sin rogarle, en nuestra oración, que nos dé luz y capacidad para discernir con sabiduría y determinación. No es fácil, en este mundo lleno de oscuridad, tentaciones y tempestades, encontrar el camino y la luz para saber qué debemos hacer y como hemos de cultivar. Necesitamos luz, capacidad y sabiduría para discernir según la Voluntad de Dios, y para eso necesitamos la Luz del Espíritu Santo.

Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones de tus fieles y enciende en nosotros la Luz de tu Espíritu, para que en tu presencia podamos transformar el mundo según la Voluntad de Dios. Amén.

1 comentario:

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.