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sábado, 9 de junio de 2018

EN ACTITUD DE OBEDIENCIA Y FIDELIDAD

Resultado de imagen de (Lc 2,41-51
Con frecuencia nos cansamos de seguir al Señor. Experimentamos entonces deseos de pararnos y abandonar. Perdemos de vista la estela del Señor. Eso nos ocurre a muchos y, si le perdemos de vista decidimos abandonar. No hay ningún motivo para seguir, pues perdemos la noción de a quien seguimos y , por supuesto, la motivación. Y es que cuando perdemos de vista al Señor todo se viene abajo. Será fundamental no perder de vista los pasos de Jesús, porque es Él el artífice de nuestra perseverencia y de nuestra resistencia.

Supongo que a María le pudo pasar esto. O, al menos, hacersele difícil y duro el camino. No entender muchas cosas que sucedían a su alrededor y ciertas actitudes misteriosas de Jesús le dejarían confusa o desconcertada. Las Escrituras dicen que ella guardaba todas esas cosas en su corazón. También, así lo dice el Evangelio de -Mt 26, 39- cuando Jesús experimentó ese deseo de abandono. Cuanto más a nosotros, que somos humanos y pecadores, nos sucederá estas situaciones por nuestra debilidad y naturaleza herida y sometida al pecado.

Necesitamos estar unidos al Señor y junto a María, para que en ellos podamos levantarnos de nuestras caídas y pecados. Necesitamos pedirle a nuestra Madre, la Virgen, que interceda por cada uno de nosotros y nos acompañe en nuestro camino hacia el Padre. Necesitamos que María nos lleve de la mano hacia su Hijo y, en ella, busquemos su intercesión como hizo en Caná, para que el Señor, nuestro Redentor, nos acoja misericordiosamente y nos perdone. Ambos son los pilares en los que Dios pensó en y para salvar al hombre. María es corredentora con su Hijo en la salvación de la humanidad.

Hoy, festividad del Corazón Inmaculado de María, queremos estar, como siempre, al lado de María, nuestra Madre, y pedirle que interceda por todos nosotros sus hijos, para que seamos pacientes, fieles y dóciles a la Palabra de Dios. Y, como ella, abiertos a cumplir su Voluntad, que pasa por aceptar el dolor de cada día en todas aquellas situaciones que no sean de nuestro gusto; en todas aquellas situaciones que nos exijan esfuerzo, escucha, atención y confianza.

Una actitud que pasa por el esfuerzo de perseverar y por sostenerme firme en los momentos de oscuridad, de confusión y de desánimo. Una actitud de vivir a pesar de las contradicciones en la esperanza y la alegría de sabernos salvados. Amen.

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