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lunes, 18 de junio de 2018

NECESITAMOS SIMPLEMENTE ORAR Y ORAR

Resultado de imagen de Mt 5,38-42
La semilla no necesita de ti. Sólo necesita que la hundas en la tierra, y crece irremediablemente sin contar contigo. Quizás necesita que le dejes el campo bien preparado, con la suficiente humedad y abonos para que ella por sí sola empiece a crecer hasta dar frutos. Mientras, tú no adviertes nada y no te das cuenta hasta ver el fruto.

Así también es la obra de Dios en el corazón de cada hombre. Sólo necesita que te abras a la acción del Espíritu Santo y le dejes cultivar tu corazón. Un corazón sembrado para amar y perdonar. Un corazón que rehúye de la violencia y que el combate con el perdón y la misericordia. Un corazón abierto al riego, gota a gota, de la Gracia de Dios que va haciendo germinar frutos de amor dentro de tu corazón.

Y sin darte cuenta experimentas el deseo y la fortaleza de ofrecerte, a pesar del daño recibido, al perdón, a la reconciliación y a devolver bien por mal. Esos son los frutos que Dios ha sembrado en tu corazón y los frutos que, abandonado en sus Manos, irás dando y ofreciendo, no sólo a tus amigos, a tus familiares, a los de tus grupos, barrio y ambiente, sino también a los enemigos, a los que están distantes de ti en pensamiento y obras. Incluso a los que son diferentes y piensan diferentes.

Amar, que lleva consigo el perdón, es la respuesta perfecta, buena y la mejor para acercar al otro, y para tenderle un deseo de paz, justicia y verdad. Amar es el camino que Jesús eligió y la respuesta que el mundo necesita. Amar es la solución, por disparata que a algunos les parezca, la que zanja todos los problemas y cultiva el fruto de la paz. Frutos que todos deseamos, buscamos y queremos.

Pidamos con fe y con confianza ese fruto nacido del amor y el perdón. Abramos nuestros corazones a la siembra de la buena semilla y dejemos que el Sembrador la cultive y le dé la Gracia y fortaleza de vencer el rencor y la violencia para generar amor y perdón. Amén.

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