Páginas

Páginas

domingo, 22 de julio de 2018

DOMINGO, DÍA DE DESCANSO

Resultado de imagen de Mc 6,30-34

El domingo se ha establecido como día de descanso. Se hace necesario descansar y hasta Dios eligió un día de descanso, el séptimo día descansó. Y ese día ha sido elegido como el domingo. Es bueno y necesario descansar, pero, ¿qué significa y es descansar? 

El diccionario español explica: cesar en el trabajo; reparar las fuerzas con la quietud; tener algún alivio en las preocupaciones; desahogarse, tener alivio o consuelo comunicando a un amigo o a una persona de confianza los males o penalidades; reposar; dormir; Dicho de una persona: Estar tranquila y sin cuidado por tener la confianza puesta en algo o alguien.

No parece que sea esa la actitud de descanso en estos tiempos nuestros. La vacaciones son tiempos de recreo y de posiblemente más preocupaciones y cansancio. De tal forma que se regresa a casa más cansados y, sobre todo, deshabituados de la disciplina habitual acostumbrada. Realmente, no han sido vacaciones sino cambio de actividad, pero, ¿realmente hemos descansado?

El descanso debe servirnos para pararnos, reflexionar y, junto al Señor, reparar fuerzas y cargarnos de energía espiritual que nos alimenta y nos repone. Es un alimentarnos de la oración y de la presencia del Señor en nuestra vida para, reforzados y fortalecidos, emplearnos de nuevo en el servicio de cada día. Porque, las necesidades no se acaban y siempre se necesita esa palabra amiga que dé consuelo y esperanza.

Pidamos al Señor que nos dé descanso y reposo para, fortalecidos y animados, poder servir mejor y estar siempre disponible a las necesidades de aquellos que nos necesitan. Y busquemos en Él el verdadero descanso que nos predispone, ilumina y nos da fuerza para, viviendo su Palabra, servir mejor al prójimo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.