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sábado, 1 de septiembre de 2018

TALENTOS

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Se me ocurre pensar y proponer, a modo de sugerencia, que conviene leer el Evangelio de cada día para, teniendo un conocimiento de la Palabra, reflexionar mejor sobre lo que nos pueda orientar esta humilde reflexión. Porque, de esa manera nos podemos enriquecer más todos con nuestros comentarios y aportaciones. 

¿Qué sé hacer, más o menos bien? ¿Qué experimento que mejora y mueve a otros a ser mejores? ¿Descubros que ahí pueden estar mis talentos? ¿Y cómo he llegado a descubrirlos? ¿Quizás ha sido con el compromiso y el riesgo de acometer esas responsabilidades a las que tanto temía? Estas y otras preguntas nos pueden ayudar a dar los primeros pasos para inducirnos a vernos y descubrir que talentos tenemos que, de nosotros, necesitan los demás.

Porque, seguro es que algo bueno e importante para otros hemos recibido. Y es de sentido común que quedarnos quietos, pasivos, acomodados, temerosos de fallar o equivocarnos no nos ayudará a descubrir si tenemos algo bueno que dar. Eso nos descubre que es necesario dar un paso hacia delante y negociar, tomando riesgos, con las cualidades que tenemos. Pronto descubrimos que unas cosas se nos dan mejor que otras, y eso nos va indicando cuales son nuestros talentos.

Entonces, nace nuestro compromiso y descubrimos que debemos comprometernos para ayuda y beneficiar a otros de nuestros talentos recibidos. Porque, se nos han dado para eso, para que los demás puedan beneficiarse en el buen uso de ellos y para regalarlos por amor. Tal y como los hemos recibido, gratuitamente. Está claro que se entiende que todo va dirigido en el bien, la justicia, la misericordia y el amor.oraci

Porque lo malo nadie lo quiere ni hasta se arrepiente de practicarlo. Su conciencia le delata y le remuerde. Sin embargo, no debemos ni podemos atrevernos a descubrirlos con nuestras propias fuerzas. ¡Sería un suicidio! Necesitamos la Gracia del Espíritu Santo, que nos asiste y acompaña, para, enfrentados con nosotros mismos y con las tentaciones y seducciones del mundo, demonio y carne - peligros que nos acechan a cada instante - con garantía de triunfo.

Por eso, Padre del Cielo, te pedimos que nos des la sabiduría de descubrir, cada día, esos talentos que nos has dado gratuitamente para no enterrarlos, sino para ponerlos a rendir al máximo en bien de todos aquellos hermanos que lo necesiten. Amén.

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