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jueves, 25 de octubre de 2018

EL AMOR FRENTE AL CONFLICTO

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No se parará el conflicto hasta que el amor sea lo que reine en el corazón de todos los hombres y mujeres. Es el amor el agua que extingue el fuego y sofoca el conflicto y siempre debe estar preparado y exigido para eso. Pero, también es el amor quien prende el conflicto cuando se trasgrede la verdad y la razón y el sentido común se inclinan por la mentira, lo falso e injusto.

Nuestro camino, el verdadero camino es el del amor. Es ese Camino el que nos señaló el Señor y el que Él mismo recorrió. Y no falto de conflicto hasta el punto de ser condenado y crucificado. Igual nos pasará a nosotros si queremos seguirle. Una buena señal de que lo recorremos bien es el encontrarnos con conflictos. Conflictos que se originan en torno a la verdad y la justicia. Porque, todo lo que no vaya en esa línea originará conflictos.

Por eso, consciente de la cantidad de conflictos o guerras que se originan en nuestras vidas, te pedimos, Señor, que nos ilumina, nos fortalezcas y nos llenes de humildad y esperanza para, día a día, ir superándolos en tu presencia y por la Gracia y auxilio del Espíritu Santo. Son guerras, Señor, interiores, que nos inclinan al mal, que nos tientan y seducen. Guerras que nacen en mi corazón, en mi forma de ver las cosas, por mis egoísmos, proyectos e ideas. Guerras que tengo que discernir y ponerlas en tu Mano Misericordiosa y suplicarte, Señor, luz para encontrar el correcto discernimiento.

Y guerras también, Señor, exteriores. El mundo - demonio - carne me esperan en el camino y me tientan y me exigen y me comprometen con mentiras, con intereses, con conveniencias, con pasiones, caprichos, gustos y bienestar. Un mundo que me tienta cada día y al que tengo que enfrentarme. Sí, Señor, seguirte a Ti me exige lucha constante y enfrentamientos incluso en mi propio entorno, familia, amigos y trabajo. Y hasta en tu misma Iglesia.

Danos, Señor, la Gracia que necesitamos para sostenernos en la fe y en la esperanza y, confiado en tu Infinita Misericordia, continuar humildemente y pacientemente siguiendo tus pasos. Amén.

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