Páginas

Páginas

miércoles, 20 de febrero de 2019

TAMBIÉN YO, SEÑOR, NECESITO VER

Imagen relacionada
Doy gracias a Dios porque mis ojos me permiten ver la luz del sol, los colores y las maravillas de la vida, los árboles y las hermosas montañas, el mar y la colorida y frondosa vegetación. Y, porque también puedo oír y escuchar los cantos de los pájaros y los hermosos sonidos de las notas musicales del pentágrama. Gracias, Señor, por poder apreciar todo lo que has creado para disfrute de tus criaturas predilectas, el hombre y la mujer.

Pero, esa mirada humana no es suficiente, Señor. Hoy quiero pedirte, como hiciste con el ciego camino de Betsaida, que me des la verdadera vista. Esa vista que no se detiene solamente en ver las cosas que Tú has creado, sino también ver ese lado del mundo con los ojos llenos de amor. Un amor paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno, para ser capaz de ver detrás de las apariencias a tus hijos como los ves Tú mismo y ser capaz de apreciar la bondad de cada uno.

Esa es la vista que quiero tener Padre. Dame esa sabiduría que me ayude a situarme en ese espacio de soledad reflexiva para ver con claridad y, a través de esa mirada limpia, pura, y llena de tu Gracia, ser capaz de encontrarte y cerrar mis oídos a toda murmuración, guardar mi lengua de toda maledicencia.y dejar sólo en mí esos buenos y bien intencionados pensamientos que bendigan.

Deposita tus Manos, Señor, en mis ojos y límpialos de toda impureza y de toda mala intención. Guardame, Señor, de la oscuridad del mundo y dame la luz para ver claramente a los hombres y penetrar con mi vista hasta sus corazones. También yo, Señor, quiero ver. No sólo lo que alcanza mi mirada de forma natural, sino con esa otra mirada sobrenatural que sólo Tú, mi Dios, puedes darme. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.