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lunes, 4 de marzo de 2019

CUMPLIR PARA AMAR

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Mc 10,17-27
Dame, Señor, la fortaleza en mi débil voluntad para amar en la misma medida que Tú, Señor, me amas. Y eso, Dios mío, no lo puedo lograr yo por y con mi fuerza, sino con la asistencia de tu Espíritu. Sé la atracción que en mi pobre naturaleza, herida por el pecado, ejercen las fuerzas y las pasiones de este mundo, pero no quiero dejarme vencer y someterme al vacío que produce el no corresponder a tu amor, Señor.

Sí, sé que esperas y necesitas, porque así lo has querido, que yo ponga todo lo de mi parte, y mientras no lo haga, Tú, Señor, no moverás un dedo. Por eso, consciente de la libertad que me has dado, me esfuerzo, confiado en tu generosidad y misericordia, en abrir mi corazón y dejarme conducir por tu Espíritu. Has depositado en mí unas capacidades y unos talentos, y quieres que yo los ponga en juego. No te gusta que los entierre y me cruce de brazo. Entonces estaré perdido.

No quiero instalarme en la comodidad de quedarme en el mero cumplimiento. Sufro, con confiada paciencia, las tentaciones que el mundo, demonio y carne me presentan y con las que experimento mis debilidades y el sometimiento que padece mi humanidad herida por el pecado. Eso descubre la necesidad que siente mi corazón de abandonarme en tus brazos y, a pesar de mis oscuridades, seguirte y seguirte.

Sé lo difícil que es seguirte, Señor, cuando mi corazón está apegado a las riquezas. Tú ya me lo has dicho: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!». Y eso es lo que yo te pido. No me des riquezas si eso es para mi perdición. Y si me las das, dame un corazón desprendido y generoso para ponerlas para el bien de los que realmente las necesitan. Amén.

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