Páginas

Páginas

jueves, 14 de marzo de 2019

PEDIR, BUSCAR Y TOCAR

Resultado de imagen de Mt 7,7-12
El camino se resiste a parar de caminar, pero no caminar hacia cualquier lugar, sino caminar hacia Ti, Señor. Porque, sólo Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Y un camino especial, diferente. Un camino de petición, sin un momento de tregua. Un camino de pedir todo lo que necesito para nunca dejar de seguirte. Un camino de fortaleza, de perseverancia, de constancia, de lucha, de firmeza, de decisión, de entrega y de todo lo que necesito para levantarme en las caidas y seguir sin vacilar tus pasos.

Un camino de búsqueda, de discernimiento, de investigación, de lectura, de aprender, de escuchar, de abrir mi corazón a todas tus enseñanzas. Un camino de estar atento, dispuesto a aprender, a tener los ojos bien abiertos y los oídos expectante a tu Palabra. Un camino de inquietud por encontrarte y de no parar de buscarte confiado que Tú me señalarás por donde debo ir.

Y, siempre, sin parar de llamar, de suplicarte, de tocar a pesar de no encontrar respuestas y de verme rodeado de silencio y de oscuridad. Un camino de llamada, de gritos, de suplicas, de perseverar en no dejar de tocar, de paciencia y de confiar en tu respuesta. Un camino de saber que Tú eres mi Padre y no me abandonas. Un camino de saber que Tú, mi Señor, estás presente en mi vida y me acompañas aunque yo no sea capaz de verte en muchos momentos de mi vida.

Sí, Señor, quiero y deseo pedir, buscar y tocar, porque Tú me lo has dicho y porque yo lo necesito. No tengo mejor súplica, ni mejor búsqueda ni a quien tocar mejor que a Ti. Porque, Tú eres mi Padre, la Bondad Infinita y el Amor Misericordioso que me escuchas, que has demostrado, entregando a tu Hijo hasta una muerte de Cruz, que me quieres hasta ese extremo, y que todo lo haces por verdadero amor para salvarme y darme esa felicidad plena que yo busco. Gracias, Señor. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.