Páginas

Páginas

martes, 12 de marzo de 2019

UN ESTILO DE VIDA

Resultado de imagen de Mt 6,7-15
La oración que Tú, Señor, nos has dejado es un estilo de vida según la Voluntad de tu Padre. No es una oración cualquiera como muchas que hay, y, dicho sea de paso, todas son buenas, sino una oración directa, concisa y concreta que habla de todas nuestras necesidades materiales y espirituales y que nuestro Padre conoce a la perfección y mejor que nosotros, pues somos sus hijos.

Es una oración que nos marca el camino de cada día y cada instante de nuestra existencia. Es una oración que amanece santificando al Padre y dándole gracias por todo lo que nos da cada día, empezando por la vida, la salud y fuerzas para sostenerla y aceptarla, tal es su Voluntad. Es una oración que sus primeras palabras van a reconocer que Dios es nuestro Padre y, por lo tanto, nos hermana en la fe. Es una oración donde expresamos nuestros deseos de aceptar su Reino y su Voluntad, que nos compromete a vivir en esa actitud cada día. Eso nos dará pie para buscar un espacio de silencio y serenidad para interpelarnos por nuestra conducta diaria en referencia a lo que decimos en el Padrenuestro.

Es una oración donde le pedimos a nuestro Padre por el pan que necesitamos cada día, y donde nos comprometemos también, no sólo por nuestro pan, sino por el pan que el Señor quiere que compartamos con aquellos a los que no les llega. No porque el Señor no quiera, sino porque, quizás nosotros se lo quitamos de las manos y lo tomamos para nosotros. Nuestro Padre Dios nos pide fraternidad.

Y llegamos al momento más fuerte, el perdón. Queremos y deseamos ser perdonados por nuestro Padre Dios, porque nos sabemos pecadores. Sin embargo, hay una condición: seremos perdonados en la medida que también nosotros perdonemos. Eso nos obliga cada día a revisar nuestras actitudes con respecto a los demás y a tratar de perdonar las posibles ofensas recibidas. Porque, sólo en esa medida también nosotros seremos perdonados. 

Y, por último, le pedimos al Padre que nos proteja cada día de los peligros que nos acechan. Sobre todo, del demonio que trata de tentarnos y confundirnos aprovechando nuestras debilidades y apetencias. Pero, también nosotros tenemos que colaborar y estar atento. Discernir dónde debemos estar; dónde debemos cerrar los ojos o de dónde debemos huir para evitar la tentación y librarnos del mal. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.