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martes, 11 de junio de 2019

SAL Y LUZ PARA SER BIENAVENTURADO

Resultado de imagen de Mt 5,13-16
Ayer le pedía al Señor que me diera la Gracia de ser de los bienaventurados. Eso significaba que tendría que esforzarme en vivir las bienaventuranzas y que necesito su Gracia para poder vivirlas. Porque, para darme, compartir, ser desprendido y renunciar a todo lo que mi humanidad desea, necesito la Gracia del Espíritu Santo y que derrame esos dones que me den la fortaleza y la voluntad para superar todas mis apetencias carnales que me impiden ser bienaventurado como Jesús señala.

Pero, no sólo debo darme sino ser luz y sal. Luz para alumbrar el camino a otros que están en la oscuridad, y sal para darle gusto a la vida de la Gracia para gozar compartiendo y dándote a los demás. Experimento, Señor, que eso me ha atraído toda mi vida. Y, ahora, consciente de ello te doy las gracias por perseverar al menos en esa actitud. Pero, también soy consciente que he fallado mucho y te he defraudado muchas veces. Y eso me hace descubrir tu Infinita Misericordia, porque, de merecer nada merezco. Todo lo que me das es gratis y pura Gracia.

Ahora, Señor, quiero pedirte que sea, aunque sea una pequeña llamita, algo de luz para los que se mueven en mi entorno. Un poco de orientación y claridad para los que en mi familia viven en la oscuridad. Un poco de lumbre que calienten, muevan e impulsen sus corazones hacia Ti. Y, también, que mis palabras y obras contengan un poco de sal para que contagie humildemente y les mueva a encontrarte o, al menos, buscarte. 

Sé, Señor, que soy muy poca cosa y que, más que dar ejemplo puede ser que consiga lo otro, dar mal ejemplo. Pero, creo en Ti y en tu Misericordia y espero que transformes mi corazón. Yo, Tú lo sabes, quiero y lo intento. Es posible, no lo niego, que no ponga todo lo que puedo, pero en eso, Señor, te pido que me ayudes porque a veces descubro mi pobre capacidad para superar mis debilidades. En Ti confío, Señor.

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