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viernes, 12 de julio de 2019

UNA CAMINO DE ESPINAS Y SUFRIMIENTO


Resultado de imagen de Mt 10,16-23
Cuando empiezas el camino, ese camino detrás del Señor, tu corazón se llena de alegría y de gozo. Es normal y es lo que todos buscamos. Experimentamos que la alegría y el gozo que buscamos no está ni se encuentra en este mundo por mucho que poseas. El dinero, el poder, el placer no te aseguran ni te dan la plena felicidad, y menos eterna. Experimentas que ahí no está y, en cambio, cuando te encuentras con Jesús todo cambia radicalmente. Se produce un giro de trescientas sesenta grados. Ya nada te importa ni nada deseas. Jesús te colma de todas esas apetencias y deseos de felicidad que buscabas. ¿Qué ha sucedido? Algo muy profundo y, a la vez, sencillo. Jesús es esa felicidad y plenitud que buscaba.

Pero, siguiendo sus pasos hasta llegar plenamente a Él, empiezas a darte cuenta de que el camino está lleno de peligros. Nos lo dice Jesús claramente: Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Y así es. El mundo es una jauría de lobos que tratan de engullirte y esclavizarte y de los que tienes que defenderte. Jesús, en el Evangelio de hoy, nos advierte y nos sugiere que seamos sagaces y sencillos. Sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Tenemos que estar vigilantes y dispuestos a la batalla para superar todos esos peligros que el mundo, demonio y carne nos tienden.

Pero, nunca debemos perder de vista al Señor. Él nos ha prometido estar siempre con nosotros y cuidarnos de todos estos peligros. No perdamos la fe y la confianza en Él. La batalla de cada día nos exigirá entereza, lucha, esfuerzos y sufrimientos, pero tengamos confianza que el Señor está con nosotros y que todo eso son pruebas que nos ayudaran a afirmar nuestra fe y afianzarnos como creyentes. El Señor nos dará fortaleza, audacia y sabiduría para poder enfrentarnos y salir victorioso. No perdamos de vista lo que nos ha prometido y lo que nos ha dicho: los que perseveren se salvarán.

Tengamos siempre presente que el Señor es el Camino, la Verdad y la Vida y en Él encontraremos siempre esa alegría, esa felicidad y esa paz que buscamos. No está en el mundo sino en el Señor. Amén.

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