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domingo, 4 de agosto de 2019

AYÚDAME, SEÑOR, A BUSCAR EL TESORO DE TU REINO

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Nuestra experiencia, durante el recorrido de nuestra vida y también por la de nuestros antepasados, nos descubren que los tesoros de este mundo son tesoros con minúscula. Eso significa que, aunque nos dan alegría y felicidad, son pura apariencia porque pronto desaparecen y todo vuelve a lo mismo y a dejarnos en peor situación. Nos crean dependencia y nos encadenan sometiéndonos a vivir dependiendo de ellos. Se esconde en las apariencias que al final nos dejan vacíos e insatisfechos.

Por eso, Señor, conscientes de nuestra debilidad y pequeñez, te pedimos desde este humilde blog que nos abras los ojos y nos muevas a buscar el verdadero Tesoro de tu Reino. Un Tesoro Eterno y que colma todas nuestras esperanzas de gozo y plenitud eterna. Nos reconocemos débiles y pecadores y tentados por los ofrecimientos de este mundo que nos seducen cerrándonos los ojos para permanecer en la oscuridad y vivir en las tinieblas. Danos la luz que necesitamos para ver con claridad y renunciar a esos espejismos que nos engañan y confunden y nos conducen al abismo.

Te pedimos, Señor, que injertados en el Espíritu Santo desde la hora de nuestro bautismo, abramos nuestros corazones a su acción y nos dejemos conducir por Él. Porque, esa será nuestra victoria ya que el mal ha sido vencido con la Resurrección de nuestro Señor Jesús y la muerte ha quedado descartada y sin posibilidad de hacernos daño. Danos, Señor, la fe que necesitamos para creer en tu Palabra y permanecer junto a Ti fuera del alcance de las tentaciones y seducciones del demonio. Contigo, Señor, tenemos garantía de éxito y el mal no puede afectarnos.

Danos también, Señor, la fortaleza para la lucha de cada día, porque, eso sí, tendremos tentaciones y pruebas donde podemos afirmarnos y confesar nuestra fe. Si el mal hace presencia es Señor porque en él podemos probar nuestro amor y nuestra fidelidad a Ti, Señor, pero siempre seguros y convencidos que en Ti, Señor, alcanceremos la victoria y viviremos eternamente. Tú, Señor, eres el Reino y nuestro Tesoro. Amén.

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