Páginas

Páginas

miércoles, 14 de agosto de 2019

ENSÉÑAME, SEÑOR, A ORAR

Resultado de imagen de Mt 18,15-20
Nos has recomendado, Señor, el Padrenuestro, y nos has enseñado a rezarlo. Pero, mi experiencia me interpela y me sugiere que no debo rezarlo como una oración más del día y dentro de un cumplimiento piadoso y sistemático de cada día, sino como una oración vivida y prolongada en el tiempo de cada día donde esas palabra,s que me has enseñado, se vaya vivenciando en cada instante de mi vida.

Dame, Señor, esa capacidad vivencial de hacer de cada momento de mi vida que tus Palabras se hagan vida en mi vida. Dame, Señor, la sabiduría para que mis palabras se conviertan en una plegaria y súplica al Padre de petición por mis necesidades, tanto materiales como espirituales. Dame, Señor, la fortaleza de abrir mi corazón a tu Reino y no al que yo me voy construyendo desde mis apetencias y egoísmos. Dame, Señor, la sabiduría de convencerme y aceptar tu invitación a pedir por mis necesidades, porque, si me has invitado es porque quieres escucharme y auxiliarme. De no ser así sería, Señor, un falso e hipócrita.

Luego, ¿por qué me cuesta tanto convencerme y creerte Señor? Dame, Señor la fe que tanto necesito y fortalece mi espíritu débil y seducido por las cosas de este mundo. Dame, Señor, la perseverancia y paciencia de aguardarte y esperar tus respuestas pacientemente, sin desfallecer y sin abandonar. Dame también, Señor, la luz para injertado en la comunidad rezar junto a otros hermanos aprovechando así, porque Tú nos lo has prometido, tu Palabra de que estás presente entre nosotros, y pedirte, cara a cara, por todas nuestras carencias y necesidades que Tú conoces mejor que cada uno de nosotros.

Enséñanos, Señor, a rezar, que no es otra cosa que creer en tu Palabra y confiar en Ti. Enséñanos, como si de niños se trata, a dejarnos llevar por tus consejos, por tus advertencias de cada día en las Palabras de tu Evangelio y por la acción del Espíritu Santo que nos guía y auxilia. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.