Páginas

Páginas

sábado, 14 de septiembre de 2019

CAMINANDO HACIA TI, SEÑOR

Resultado de imagen de Jn 3,13-17
Sin darme cuenta y, por tu Gracia, Señor, me he quedado sin camino, porque mi camino es tu Camino. Y doy gracias al Cielo por caer en la cuenta que no soy yo quien camina sino que eres Tú, Señor, quien me llevas y mi guias. Claro que mis torpezas y pecados te hacen dibujar en mi vida renglones torcidos, pero Tú, mi Señor, sabes siempre enderezarlos y llevarme al terreno del amor.

Sólo puedo optar a una cosa buena, y es creer en Ti, Señor y fiarme de tu Palabra. Porque, mis mal llamados méritos no tienen valor, pues todos me han venido de Ti y de forma gratuita, de modo que nada merezco. Soy digno hijo tuyo porque Tú así lo has querido y porque tu Hijo, enviado a dar su Vida de forma voluntaria, así lo ha aceptado, rescatándome de una condenación segura.

Desde este simple razonamiento mi vida sólo tiene el valor de tu Infinito Amor, Señor, que por mucho que me proponga y me afane nunca lo podré entender. Por todo ello, no puedo encontrar en mi corazón sino un gozoso deseo de gratitud, adoración y de alabanza a tu Nombre, Señor, pues en Ti, está mi salvación y todas mis esperanzas.

Reconozca la gratuidad de tu Amor, a pesar de que no lo entiendo. Nunca lo entenderé sino cuando Tú decidas, por tu Infinito Amor Misericordioso, revelarmelo. Y en esa esperanza dichosa vivo y camino esforzándome en refugiarme y esconderme en tu Palabra sin dejar de mirar tu Cruz gloriosa, donde te diste totalmente gratuito y sin condiciones para que yo y otros muchos podamos ser exculpados de nuestros pecados.

Qué más puedo decirte, Dios mío, sino darte repetidamente e insistentemente las gracias por tanto amor gratuito sin esperar nada a cambio, sino buscando mi felicidad y mi gloria eterna. Me asombra tanta gratuidad y tanto Amor hasta el punto que no llego a comprenderte. Claro, mi corazón es humano y el Tuyo Inifinitamente sobrenatural, por expresarlo de alguna manera. La distancia es infinita y nunca podré llegar a comprenderte, pero, tampoco, nunca durante mi camino en este mundo dejaré de vivir en y con la esperanza de encontrarme contigo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.