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domingo, 27 de octubre de 2019

LA HUMILDAD NOS ACERCA A DIOS

Resultado de imagen de Lc 18,9-14
Todos, por experiencia, sabemos que la humildad es una virtud que nos honra y nos hace mejores y buenos. Por el contrario, la arrogancia, la suficiencia y la soberbia no caen bien y nos separan de los demás. Todos hemos experimentado que aquellas personas arrogantes nos resultan antipáticas y nada agradables. Y si la humildad, sencillez y el servicio a los demás nos acercan a Dios, la arrogancia, la suficiencia y la soberbia nos alejan de Dios.

Pidamos al Señor la virtud de ser sencillos y humildes, y estar siempre disponibles a servir. Y, también, de nunca considerarnos mejor que otros y, menos, exaltarnos ante los demás, porque, a fin de cuenta todos nos ha sido dado gratuitamente para ponerlo, de la misma forma, en función y provecho de los demás.

Pidamos reconocernos pecadores, porque nuestra naturaleza está limitada y es débil, frágil y sometida al pecado. Tengamos, pues, la necesaria humildad para levantarnos, como hizo aquel hijo pródigo abatido por la desobediencia y el pecado contra su Padre, y emprender el camino de regreso a la Casa del Padre. Un Padre bueno y misericordioso, que nos espera con los brazos abiertos y nos perdona en lugar de reprocharnos. Y nos devuelve la dignidad, perdida por el pecado, de hijos de Dios. Un Padre que hace una fiesta para celebrar nuestro arrepentimiento y dolor y nuestro regreso. 

Demos también gracias a Dios por todos los dones recibidos y pidámosle la fortaleza y generosidad de ponerlos gratuitamente al servicio de los más necesitados. Amén. 

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