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martes, 15 de octubre de 2019

SEÑOR, TRANSFORMA MI CORAZÓN EN UN CORAZÓN MANSO Y HUMILDE COMO EL TUYO

Resultado de imagen de Mt 11,25-30
Es obvio comprender que los que tienen mucho se vean impedidos y sin fuerzas para despojarse de sus riquezas y bienes e incluso de su poder. El egoísmo humano es una cadena difícil de romper. De ahí que para los que posean riquezas y poder les sea muy dificultoso romper esas cadenas y abrirse al Amor de Dios. Vaya este reflexión por delante para comprender el por qué Jesús, refiriéndose a los ricos dijo esta frase: es más fácil que un camello... -Mc 10, 25 -.

El ser humano necesita purificar su corazón y de egoísta y soberbio convertirlo en suave, manso y humilde. De manera que, con estos ingredientes será más fácil despojarlo de todo aquello que lo contamina egoístamente y, en la medida que más contaminado esté de las cosas de este mundo, más le costará comprender la grandeza de Dios. Por todo ello, te pedimos hoy, Señor, un corazón de niño, es decir, un corazón sencillo, ingenuo, confiado y abierto a tu Palabra. 

Un corazón pobre, necesitado y humilde, capaz de comprender el gran Amor que nos tiene. Despoja, Señor, nuestros corazones de esa soberbia que nos consume y que nos hace suficientes cargándonos de razones intelectuales que nos hacen sentirnos superiores a los demás e incluso pensar que nos bastamos por nosotros mismos..Danos, Señor, la sabiduría de tomar conciencia que no es el poder ni el saber humano lo que nos descubre la grandeza de tu Amor, sino tu Gracia y nuestra disponibilidad a abrirnos, porque así Tú lo has querido y nos la has regalado, a dejarnos que tu Espíritu  tome el mando de nuestros corazones y nos oriente y dirija hacia Ti.

Gracias, Señor, por trazarnos el camino con tu ejemplo y testimonio de Vida sencilla y humilde, pues, siendo el Señor has querido presentarte entre los hombres con un corazón manso, suave, sencillo, humilde y vivir desapegado de toda riqueza, poder y con un corazón pobre. Así, Señor, también queremos vivir nosotros y, experimentando que por nuestras propias fuerzas no podemos, nos abrimos a la acción del Espíritu Santo abandonándonos en sus Manos. Amén.

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