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Se dice muy fácil: "Es cuestión de fe", pero, la fe no es fácil de tenerla. Y no es fácil porque no está a nuestro alcance. La fe no se compra en ninguna parte, ni se obtiene con trabajo y con perseverancia. La se pide, y sólo Dios nos la puede dar cuando quiera y como quiera. Sin embargo, hay una cosa que debemos saber y nunca perder de vista. Dios, nuestro Padre, y un Padre Bueno quiere dárnosla. Porque, si no fuera así, ¿cómo es que permitió que su Hijo muriera en la Cruz? ¿Acaso valía la pena sufrir esa Pasión de Muerte y Cruz para ahora no atender nuestras peticiones de fe? Nunca olvides que Dios quiere salvarte.
Ahora, te ha creado libre y ha dejado en tus manos esa decisión. Y no basta con decir que sí quiero, como si de una boda se tratara, y en donde puedes mentir y engañar. A Dios no puedes engañarle y Él sabe cuando tu corazón ha recorrido el desierto necesario y está preparado y quiere realmente abrirse a la fe. Te la va a dar con seguridad, pero cuando tú decidas realmente poner tu vida en sus Manos. Porque, Él ha venido para eso.
Los apóstoles recibieron el Espíritu Santo cuando llegó el momento. Antes no se habían atrevido ni a dejarse ver. Antes estaban asustados y sus mentes cerradas. No entendían nada. Pero, creyeron cuando les llegó la Noticia de Magdalena. Corrieron y corrieron como cuando alguien quiere ver lo que realmente esperaba. Estaban ansiosos por confirmar lo que en sus corazones deseaban. ¡Jesús no ha muerto, Jesús, el Señor, Vive!
También nosotros ahora podemos estar experimentando ese sentimiento y queremos gritar al mundo que Cristo, el Señor, Vive. También nosotros queremos aceptarle y acogerlo como Señor de nuestras vidas. Creamos en Él y pidámosle la fe. Esa fe que nos da la fortaleza para vencer nuestros miedos y temores, nuestros sentimientos y apetencias y poner en acción nuestra voluntad para amar como nos ha amado el Señor. Porque, amar no es cuestión de gustos, sentimientos o pasiones, sino de voluntad por la fe en Él. Amén.
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