Páginas

Páginas

jueves, 12 de diciembre de 2019

YO TAMBIÉN, SEÑOR, QUIERO PREPARAR MI CORAZÓN PARA ACOGERTE

Resultado de imagen para Mt 11,11-15
Todos los años celebramos la Navidad y, posiblemente, tengamos el peligro de hacerlo con cierta rutina y hasta nos resulte difícil cambiarla. Las familias se reunen para comer, beber y divertirse y se nos hace difícil tener presente que lo que celebramos es tu nacimiento. Muchos no lo creen así; otros te rechazan y otros, quizás si creen en Ti, pero, llevados por la corriente no se atreven a anunciar tu venida. Yo, Señor, quisiera que este año pasara algo diferente y, al menos, tengamos un minuto de silencio y de tenerte presente en nuestros corazones. Por los menos los que libremente quieran hacerlo.

Eso te pido, Señor, dame y danos fuerza, valentía, serenidad y palabras para pedir unos minutos de atención y de conciencia que lo que celebramos es tu venida, tu nacimiento, a pesar de que en muchos pase por debajo de la mesa y de que en nuestros corazones no hagamos ningún hueco preparado para recibirte. Perdonanos, Señor, y danos conciencia de que Tú eres lo principal de estas fiestas y de todo el año que, por tu Gracia, vamos viviendo.

Danos también, Señor, un corazón pobre, humilde y sencillo como el Tuyo, porque, Tú has querido nacer pobre, en un abandonado pesebre donde nadie ha querido nacer y donde otros te han obligado a hacerlo, pues no te han dejado sitio ni lugar junto a ellos y, menos en sus corazones. Sólo los pobres - los pastores - fueron capaces de escuchar tu anuncio. Los ricos y poderosos se resistían a que Tú fueras más que ellos y te acechaban para medir sus fuerzas con las tuyas. 

Tú, Señor, no venías a eso, sino a amarnos y a anunciarnos el Amor de tu Padre. Tu Poder es único en el mundo y no vienes a medirte con nadie. No hace falta. Todo lo creado y visible e invisible está bajo tu Poder. Tú, Señor, vienes a amarnos y a darnos la oportunidad de que, conociéndote y amándote, podamos también nosotros ser libres y gozar de Vida Eterna en plenitud. Por eso, Señor, sólo siendo pobre y humilde podemos encontrarte, conocerte y amarte. Danos, Señor, esa Gracia en este nuevo Adviento. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.