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lunes, 9 de marzo de 2020

UN CORAZÓN COMO EL TUYO, SEÑOR.

Resultado de imagen de Lc 6,36-38
Nuestra meta es alcanzar un corazón como el Tuyo, Señor, porque, sólo asemejándonos a Ti podemos ser y sentir compasión y perdón por todos los hombres y mujeres del mundo. Y eso no se logra en dos días, salvo que Tú lo quieras, sino que lleva un proceso y un tiempo para que nuestro corazón, tal la fruta, tenga el tiempo suficiente para madurar.

Esa capacidad de compasión y de misericordia es un don que exige, primero, pedirla, y, segundo, no quedarse de brazos cruzados sino dar pasos en conseguirla y hacerla realidad. Pedir perdón no consiste en simplemente desearlo, sino también en buscar ese perdón llevando a cabo esa tarea de solicitarlo o facilitar que te lo puedan dar. Es poner todas tus fuerzas en buscar espacios  y ambientes donde se pueda favorecer ese clima de misericordia y perdón.

Pero, encontrar esas condiciones, espacios y oportunidades no es nada fácil. Necesitamos esa Gracia que no tenemos porque, nuestra naturaleza herida por el pecado, nos dificulta mucho esa tarea. Y no hay otra manera de alcanzarla sino pidiéndosela a nuestro Padre Dios. Danos, Señor, la Gracia de ser compasivos y misericordiosos tanto con los que nos ofenden como con los que nosotros ofendemos. 

Danos, Señor, la Gracia de no atrevernos nunca a juzgar ni a condenar tanto a nuestros amigos como enemigos. Sabemos que mantenernos en ese límite nos es muy difícil, pero, confiados en tu Gracia y en tu Amor, esperamos que podamos ir convirtiendo nuestro endurecido corazón en un corazón más suave, más compasivo, más humilde y más misericordioso. Esa te pedimos, Señor. Amén.

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