Páginas

Páginas

sábado, 6 de junio de 2020

ES LO QUE HOY TE PIDO, SEÑOR.

Evangelio Marcos 12, 38-44 Del Santo Evangelio según San Marcos En ...
Mi oración de hoy se puede expresar en pocas palabras: "Ayúdame, Señor, a darme y no quedarme solo en dar". Porque, entiendo, Señor, que el verdadero amor se da sin límite y eso implica a toda la persona, no a  algo de los bienes de esa persona. Porque, al menos a mí me sucede, experimento que doy, pero, ¿me doy? En eso tengo más dudas, y como quiero amar como lo haces Tú, mi Señor, te pido hoy que me des un corazón generoso con el que pueda, no sólo dar, sino darme.

Y te lo pido, Señor, porque soy consciente de mis debilidades y egoísmos. Mi primera inclinación es dar algo de lo que tengo, pero me cuesta más darme. Confieso que quiero hacerlo y me he esforzado en ello. Sinceramente no sé si lo he logrado en algunos momentos y quiero, Señor, que Tú me lo aclares y me tranquilices, porque, ¿de qué me sirve dar si realmente te estoy negando darme?

De algo si estoy seguro, de mi inconstancia y de mis inclinaciones a no darme y a negarme. Me conformo con colaborar y nada más. Y eso me preocupa en muchos momentos. La viuda pobre que puso sus reales en la bandeja me cuestiona y yo quiero también, como ella, darte todo lo que tengo y soy. Pero, me siento impotente y pobre e incapaz de poder hacerlo. Necesito ese empuje del Espíritu que me ayude a dar ese paso definitivo y de experimentar que me abandono en tus Manos sin más condiciones.

Gracias, Señor, por ir transformando mi corazón, poco a poco, día a día, en un corazón condicionado a tu Voluntad y abandonado en tus Manos hasta el punto de dejar todo lo que soy y tengo para que Tú, mi Dios, lo distribuya y lo repartas según tu Voluntad. Porque, eso, Señor, es lo que realmente importa, darse hasta el extremo de entregar la vida si hace falta. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.