San Francisco Javier |
Señor mío Jesucristo,
en cuya mano están todas las cosas,
y no hay nadie que pueda resistir vuestra voluntad,
que os habéis dignado nacer, morir y resucitar:
por el misterio de vuestro Santísimo Cuerpo,
y por las cinco llagas,
y el derramamiento de vuestra preciosísima sangre,
compadeceos de nosotros, como vos sabéis
lo necesitamos en nuestras almas
y en nuestros cuerpos;
libradnos de las tentaciones del demonio
y de todo lo que veis que nos aflige;
y conservadnos y fortalecednos hasta el fin,
en vuestro servicio, y dadnos una verdadera enmienda,
y espacio de verdadera penitencia,
y el perdón de todos los pecados después de la muerte;
y haced que amemos a nuestros hermanos, hermanas,
amigos y enemigos; y que con todos los Santos
gocemos eternamente en vuestro reino,
que con Dios Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis,
Dios por los siglos de los siglos. Amén.
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