Páginas

Páginas

viernes, 30 de octubre de 2020

¿DÓNDE ESTÁS, SEÑOR?

 

 

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 

Posiblemente lo hayas buscado infructuosamente y, esa infrutuosidad te haya arrastrado a darlo por imposible justifacando que Jesús no está vivo. El mundo hace su papel y atrído por sus ofertas placenteras que conectan con nuestras apetencias naturales y propias de nuestra naturaleza humana dan como resultado el abandono de nuestra búsqueda. 

Sin embargo, la pregunta que me asalta es: ¿Dónde lo buscas? Porque, si lo buscas simplemente en el Sagrario, posiblemente te será difícil encontrarlo. Incluso, me atrevería a incluir también la Eucaristía. Sí, Jesús está en el Sagrario y también en la Eucaristía - una presencia real -. Pero si tu búsqueda se concreta solo en Él, a quien no ves, y te olvidas del que está a tu lado, y ves, tu oración no llegará al Señor. Y no llega porque todo lo que le digas lo estás falseando. Es decir, son mentiras tras mentiras.

No puede amar a Dios si no te empeñas en amar al prójimo. Es el primer mandato que te enseña Jesús. La Voluntad del Padre es amar a Dios y al prójimo como a ti mismo. Luego, ¿cómo y dónde buscas al Señor? Porque, si lo buscas desencarnado de los hombres estás buscando a un Dios diferente al que te ha anunciado Jesús.

Por todo eso, Señor, te pido que me des la sabiduría y, sobre todo, la fortaleza y voluntad de, acercándome a los necesitados y ofreciéndome incondicionalmente y libremente mis servicios y ayuda, tanto material como espiritual, pueda vivir ese amor primero que Tú me has dado derramándolo en los demás. Porque, sucede que hay muchos momentos en mi vida en los que no sé como actuar ni qué hacer, y tengo miedo de ser engañado y traicionado. ¡Alúmbrame y guíame, Señor! Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.