Cada día y a cada momento podemos hacer un diagnóstico de la elección de nuestro corazón. De esta forma tan sencilla y al alcance de nuestra mano podemos descubrir cuáles son nuestros objetivos, nuestros anhelos y nuestros más profundos deseos. Y eso nos ayudará a descubrir dónde está nuestra fe y la medida de nuestra conversión. ¡Claro!, eso exigirá voluntad y deseos de conocerte y preguntarte, ¿qué buscas, a dónde vas y qué pretendes?
Estando - esa posibilidad - tan cercana, no es tan fácil. Demanda esfuerzo introspectivo que requiere de esfuerzo y voluntad y, fundamentalmente, deseos de vernos interiormente. Eso nos va a exigir un esfuerzo introspectivo que exigirá - valga la redundancia - la confrontación de una jerarquía de valores y dilucidir cuales deben esta en primer lugar. Porque, eso definirá el lugar en que se encuentra mi conversión y me hará ver en qué situación me encuentro y por qué camino voy.
En esta situación mis posibilidades pasan por adherirme al único que puede ayudarme y convertir mi corazón. Ese es el Señor, y en Él pondré todas mis esperanzas. Todo dependerá de mi cercanía a su Persona y de mi fe puesta en Él. Dejarme, pues, guiar por la acción de su Espíritu será la clave para encontrar el único y verdadero camino que me conduce a una verdadera y auténtica conversión.
Por eso, convencido y esperanzado en que Tú, Señor, guías mis pasos por el buen camino, me abro a tu Amor Misericordioso y me pongo en tus Manos. Amén.
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