Sé, Señor, que necesito abajarme y reconocer mis pecados, mis debilidades, mis apetencias, mis egoísmos y todo aquello que me impide abrirme a tu amor misericordioso.
Porque, todo, Señor lo que me rodeas es caduco y termina. Solo Tú tienes Palabra de Vida Eterna. Por todo ello, Señor, necesito, y te suplico que llenes mi corazón de humildad para que pueda fortalecerme y despojarme de todo aquello que impide tu presencia en mi pobre corazón.
Dame la sabiduría de preparar mi corazón para recibir al Señor y disponer para Él el mejor lugar de mi corazón desde donde Él pueda reinar y transformarme según su Voluntad. Porque, eso es lo único y verdaderamente importante, hacer tu Voluntad, Señor, y no la nuestra que está siempre en el error. Eso, Señor, será lo mejor, lo que me conviene y lo que verdaderamente necesito.
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