Páginas

Páginas

viernes, 7 de mayo de 2021

LA CUESTIÓN ES AMAR.

 

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 

Si primero no se conoce, difícilmente, por no decir imposible, se podrá amar. Urge, por tanto, conceptuar y definir el amor, porque, solo sabiéndolo podemos determinar si realmente amamos o no. Podemos engañarnos al respecto, si entendemos mal el significado del verdadero amor y falsearlo creyendo que amamos cuando realmente lo que hacernos es amarnos a nosotros mismos.

Podemos apoyarnos en nuestra propia experiencia recibida desde el vientre de nuestras madres. ¡Cuánto amor y privaciones hay ahí! El amor de nuestros padres marca un modelo y referencia que nos puede ayudar a entender la clave del verdadero y único amor: sus desvelos y preocupaciones por sus hijos hasta el extremo de olvidarse de ellos mismos. Sin embargo, con el paso del tiempo olvidamos esos desvelos y amor, hasta el punto de no corresponderles cuando son mayores.

Imaginar el Amor de Dios nos resulta inalcanzable. Sin embargo, observamos y sabemos que ese Amor que Dios nos da no lo merecemos. Y nos sorprende y, por supuesto, no entendemos, que Dios, a pesar de nuestros desplantes y rechazos, continúe amándonos. Es un amor comprometido que no tiene en cuenta nuestras indiferencias. 

Nos está enseñando a que el único y verdadero amor es el comprometido. Amar es, pues, un compromiso y, no un sentimiento. Amar es poner en acción nuestra voluntad, a pesar de nuestros sentimientos, sin esperar ser correspondidos y de forma gratuita. Amar, en definitiva, es morir a ti mismo para darte al que verdaderamente lo necesita, que siempre recae en los más pequeños, pobres, excluidos e inocentes. Danos, Señor, esa capacidad y sabiduría para que realmente nuestro amor, en clave de tu Estilo, sea siempre siguiendo tu Camino, tu Verdad y tu Vida. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.