Señor y Dios nuestro crucificado, te entregas en amor y das la vida queriendo a todos sin medida, buscando en todo amar, quieres con humildad. Gracias porque tú sigues ofreciendo ese amor que yo no entiendo, porque sigues dando a todos libertad.
El amor te hizo libre pues tú siembras claridades, estas crucificado, pero no dejas de amar. Te clavamos pies y manos al madero, y tensamos tus manos como cuerdas de guitarra, pues tú eres la armonía más acabada, el cantar más hermoso de la vida, la alegría en el amar hasta el final.
Gracias porque estás crucificado para hacernos libertad.
Señor, amigo de los hombres crucificado por un amor que se entrega sin condiciones.
Ayúdanos a llevar la cruz aceptando la debilidad, como tú la aceptaste para amar siempre desde el último lugar, desde los pobres y pequeños.
Ayúdanos a ver en la cruz un árbol de primavera donde renace la vida y la muerte es vencida por el Señor, que nos ama hasta el fin. Amén.
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