Me pongo a la escucha de Jesús y fijo en él la mirada de mi corazón. Contemplo a Jesús con el deseo de aprenderlo todo de él, y me hago discípulo que oye con atención su palabra. Pido al Espíritu que me ayude, haciéndome acogida y capacidad. Ven, Espíritu, hazme silencio que acoge, como María, la Palabra fecunda.
Padre bueno, te damos gracias por el regalo de Jesús, tu Hijo Amado, en el que nosotros somos también hijos tuyos. Unidos a él encontramos el sentido de la vida: acoger y dar el amor. Nuestras manos abiertas reciben hoy tu don con el gozo de quien se sabe amado incondicionalmente. Ayúdanos a dar siempre frutos de amor, sabiendo que sin ti no podemos hacer nada. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.