Recibe Señor, mis miedos y transfórmalos en confianza.
Recibe Señor, mi sufrimiento y trasfórmalo en crecimiento.
Recibe Señor, mi silencio y transfórmalo en adoración.
Recibe Señor, mis crisis y transfórmalas en madurez.
Recibe Señor, mis lágrimas y transfórmalas en plegaria.
Recibe Señor, mi ira y transfórmala en intimidad.
Recibe Señor, mi desánimo y transfórmalo en Fe.
Recibe Señor mi soledad y transfórmala en contemplación.
Recibe Señor mis amarguras y transfórmalas en paz del alma.
Recibe Señor, mi espera y transfórmala en esperanza.
Recibe Señor mi muerte y transfórmala en resurrección.
Recibe Señor...y transfórmalo. Amén.
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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.