Señor, hoy quiero darte gracias por tu amor infinito, por tu misericordia abundante, por tu bondad generosa, por tu cariño desbordante, por tu paciencia sin límite, por levantarme de mis caídas y de mis abandonos.
Señor, hoy te pido que tomes el timón de mi vida, que la hagas fecunda y evites que me desvíe del camino. Ayúdame a mirar como mirarías tú, escuchar como escucharías tú, a pensar como lo harías tú, hablar como lo harías tú, a sentir como lo harías tú… amar como amas tú.
Revísteme de tu Espíritu, Señor, para que me despoje de esa piel tan dura que impide que me moldees cada día. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.