Señor, que mi estilo de vivir sea el tuyo, que mi causa seas Tú, que la fuente de mi hablar, de mi pensar, de mi actuar, de mi amar, de mi sentir, de mi caminar sea el tuyo! ¡Que mi meta sea parecerme a Ti. Señor, que tú seas la razón por la cuál hablo, pienso, actúo, vivo! ¡Concédeme la gracia de ser testimonio, de abrir mi corazón a la realidad del mundo, a tu amor por mi prójimo, a tu presencia en el mundo, a tu llamada a la justicia, a la equidad, a la paz; ayúdame a imitar siempre tu ejemplo, a recordar que los sacramentos me recuerden tu amor y tu entrega y que me esfuerce siempre en imitarte! ¡Y a ti, Espíritu Santo, haz visible en mí aquello que parece invisible a mis ojos y es vivir mi fe en lo cotidiano de la vida, siendo testigo de la Buena Nueva del Evangelio! Amén.
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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.