Señor, cuánto te agradezco que aceptes mi debilidad aún sabiendo cuáles son mis carencias! ¡Señor, ayúdame a ser sincero y auténtico para tener cada día la posibilidad real de tener un encuentro de amor contigo. Tú sabes que trato de ser fiel a mi fe, que confío en tu providencia y misericordia, y que te amo con todo mi corazón. Envía tu Espíritu Santo para que ilumine y guíe siempre mi oración! ¡Ayúdame a no esconderme detrás de un yo ficticio que me genera frustraciones y ayúdame también a ser como Dios quiere que sea! ¡Señor, Tú me conoces mejor que nadie, Tú me aceptas con mis fallos y mis virtudes, Tú que eres la infinita misericordia, ayúdame a ser siempre auténtico, a liberarme de esas máscaras que me alejan de Ti y de los demás y no permitas que mi ego, mi soberbia, mis vicios, mi materialismo, mi vanidad y mis rencores me alejen de Ti! Amén.
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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.