Señor Dios, eres mi Padre, que siempre me estás esperando y que estás atento a lo que me sucede en cada momento de mi vida. Que mi oración te llegue hoy a ti como un aliento de esperanza y un grito de confianza que brota de la pobreza de mi corazón. Señor, si te pido algo inconveniente o inútil, dame aquello que realmente necesito y mantén viva mi confianza de que tú eres un Padre bueno y cariñoso. Y cuando me veas, Señor, desalentado o temeroso, haz que siga caminando hacia adelante con esperanza; hazme vigilante en la oración, para que sea capaz de percibir vivamente tu presencia. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.