Señor, no sólo lo
sé, sino que me siento débil y frágil a las seducciones de este mundo. Pero, también experimento debilidad a mis pasiones, apetencias, comodidades, perezas, omisiones, y a
todo lo que no me gustaría hacer. Y, al contrario, me apetece hacer lo que sé
que no debo y que no me conviene. Y sé que mi felicidad no está ahí.
Pero, ¿sabes,
Señor?, a pesar de todo eso me dejo vencer y llevar por esa fuerza maligna, y
eso me preocupa mucho. Porque, no quiero dejarme llevar, pero me vence el
tedio, la desgana, mi debilidad y ,,,
Por eso, Señor,
acudo a Ti. Sé que Tú eres el único que me ama y que me salva y que quieres ayudarme
y salvarme. Y en Ti, mi Señor, confío y
a Ti me entrego. ¡Fortaléceme y libérame, Señor!
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