Señor, ayúdame a transformar aquello que deba ser cambiado. No permitas que dañe también con mis palabras o mis comentarios a otros. Dame, Señor, la sabiduría innata para actuar siempre bien, para pensar y madurar cada una de mis acciones y mis actos, para reconocer cuando hago algo que esta mal.
Abre mi mente, Señor, para que pensar bien lo que debe ser cambiado en mí, para que mis errores se conviertan en una oportunidad para cambiar a mejor. Dame el don de la sinceridad para reconocer que me he equivocado, para ser auténtico y reconocer que me he equivocado.
Señor, cuida de mi y aleja de mi corazón y de mi vida aquello que me hace daño y, por encima de todo, alegra mi corazón con tu Presencia. Amén.
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Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.