Señor Resucitado, a veces —sin querer— me enredo por sendas extrañas que no huelen a Ti. Tú eres mi norte, la brújula que siempre indica el camino a casa.
Tú pronuncias mi nombre, Tú eres la puerta por donde entrar y salir con libertad; puerta que, al cruzarla, nos hace palpar tu bondad infinita.
Buen Pastor de la humanidad, que no seamos sordos a tu voz; atrae nuestro corazón con tu paz y concédenos profunda reconciliación. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carslo Medina Medina
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