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martes, 6 de marzo de 2012

TODA MI ESPERANZA ESTÁ EN TI, SEÑOR

Pero aun encuentro mi esperanza en ti, a ti me apegaré: nunca me...

¿A dónde iré si Tú, Dios mío, no estás? Recuerdo que una vez, en una celebración carismática salieron de mi boca unas palabras para manifestar que mi vida sin Ti no tenía sentido. En aquel momento, pensé que las había dicho yo, pero cada día más, han pasado más de treinta años, me convenzo que fueron impulsadas por el Espíritu Santo.

Ahora, después de más de treinta años, sigo con la misma convicción, ¿a dónde iría si Ti? No existe nada, Dios mío,  fuera de Ti. Todo es nada, y de no estar Tu a mi lado, mi vida sería una existencia vacía, sin rumbo y horizonte, sin esperanza.

En este mundo todo es caduco, hasta el tiempo. Pasa y pasan los años y todo sigue de la misma forma. Nada cambia aunque en la apariencia parezca cambiar. El abismo se hace cada vez más profundo y creo que, sin Ti, Señor, no tiene fondo. Nada hay que merezca ser vivido si Tu no estás.

Hay muchos peligros, Señor, que me acechan. La mediocridad amenaza con instalarce en mi vida. Le sigue el tedio y la monotonía, la rutina y la aceptación de esperar a que todo acabe sin esperanza y sin sentido. Necesito tu amor, Señor, para, lleno de Él irradiarlo a los demás. Es el amor que proviene de Ti el que vivífica y da vida. El que llena y reboza gozo.

No dejes de sostenerme, Dios mío, porque sin Ti vuelvo a la nada. Necesito regresar a tu Casa, como el hijo prodigo, porque fuera de tu Casa no soy nada, pierdo el sentido y se hace el vacío en mi vida.

Por eso, Señor, quiero gozar de tu presencia, de tu Cuerpo y Sangre, de tu alimento que me da vida, me salva, me sostiene y me ilumina. No permitas que mis dudas, mi noche oscura me aparte de Ti. Dame las fuerzas que necesito para vencer, para superarme, para fortalecer mi voluntad y hacer la Tuya.

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