Páginas

Páginas

miércoles, 4 de abril de 2012

CUANDO ACTUAMOS COMO PEDRO Y ...

Lamentablemente, sus propios discípulos como Pedro y Judas le negaron...

En muchos momentos nuestra actitud es como la de Pedro, y hasta Judas. Nos revolvemos contra el prójimo pensando defender a Jesús, y resulta que Jesús lo que nos manda es amarlo. Queremos que el prójimo piense como nosotros, sea como nosotros, y cumpla como nosotros. Queremos un prójimo hecho a nuestra medida, sin embargo, nosotros no nos comportamos a la medida que Dios nos quiere.

E imploramos su misericordia y su perdón. ¿No debemos hacer nosotros lo mismo con nuestro prójimo? ¿No debemos tener comprensión, humildad, paciencia y hasta aceptar su diferente, no por eso equivocada, forma de pensar? Si no actuamos así no estamos actuando como Jesús quiere, y sin embargo lo defendemos de los malos hermanos según nosotros entendemos.
 
Las diferencias estriban en que nuestros objetivos buscan una compensación. Judas buscaba poder, fuerza, y al encontrar amor, entrega, servicio... se desilusionó. Pedro se creía fuerte, suficiente... y al chocar con la realidad se desmoronó. Sin embargo, al contrario que Judas, se humilló y buscó el perdón. Aguantó y venció su soberbia descansando en la mirada del Señor. Diríamos que confío en su mirada.

El amor que hemos de dar, es un amor desinteresado, entregado gratuitamente, sin recompensas... Un amor sin ánimo de lucro, de prestigio, de honores, de imposiciones, de seguimientos, de dictaduras, de diferencias, de... Un amor como el de Jesús, que lo entregó todo a cambio de nada. Así de ser nuestra oración, y nuestro empeño en llevarla a la vida. Porque si la oración queda solo en palabras, entre tú y Jesús, y no pasa a la vida, solo nos estaremos engañando.

No miremos atrás, pues en Jesús todo queda olvidado, sino dando pasos hacia adelante, tratemos de poner nuestro corazón en Manos del Espíritu Santo, y dejémoslo actuar en nosotros transformándonos de hombres viejos en nuevos, sin miramientos, sin maledicencias, sin murmuraciones, con sencillez, con pureza, con ingenuidad... como los niños. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.