Páginas

Páginas

martes, 3 de abril de 2012

NO PERDAMOS EL NORTE


Con esto de no perder el norte quiero significar que no miremos nuestros frutos, entre otras cosas porque en muchos casos no los encontraremos. Salgo al paso de esto porque he oídos comentarios que nos señalan como la causa de que otros muchos no se acerquen a Jesús.

Sin descartar que no somos los testigos idóneos para dar un buen testimonio, no debemos perder de vista que nadie como Jesús dio verdadero testimonio de su Padre, y sin embargo muy pocos, por no decir casi nadie, a excepción de María, su Madre, y el discípulo Juan, se perdieron escondidos y negando su amistad con Jesús. Y eso con sus más allegados, porque los demás, no sólo no le creyeron sino que lo mataron.

¿Podríamos decir que Jesús fracasó? ¿Cuál fue la clave del supuesto fracaso? Porque en Jesús no falló nada. Su vida fue un autentico testimonio de lo que dijo e hizo. La Resurrección encendió la llama y avivó el fuego de aquellos que creyeron y estaban cerca de Él, y sus vidas hicieron el resto hasta hoy.

Pero, a pesar de todo, hay muchos que lo niegan y, aun no negándolo no se acercan con decisión y auténtico compromiso. Por eso, nosotros no debemos, aunque eso no sea excusa de nuestros fallos y pecados, de achacarnos la culpa de que otros no quieran acercarse. Muchos que reciben gran testimonio a través de Caritas y otras asociaciones, no reaccionan tampoco. Toman lo que necesitan pero nada más.

No creo que el fallo esté en nuestro testimonio, pero con eso no digo que debemos crecer en testimonio de vida, porque la palabra si no va acompañada de vida es una hipocresía y mal testimonio. No pongamos en acento en los frutos, porque vendrán cuando llegue el momento. A nosotros nos toca vivir el día a día dando todo el amor que podamos dar, creciendo en santidad, justicia y amor. Sin desesperar ni mirar como otros no reaccionan al buen ejemplo de amor dado.

Algo que nos pueda ayudar a entender esto es el preguntarnos el ¿por qué de los mártires? Pues ante su buen testimonio de vida son martirizados por otros que solo reciben el bien de sus obras.

Tengamos mucho cuidado con el Maligno. Hoy, Jesús, lo nombra refiriéndose a Judas en el momento que decide traicionarlo. Y hoy está también aquí, en muchos lugares, dentro de la Iglesia, y  presto al acecho para que desde que encuentra una debilidad, colarse por ella. ¿Cuidado! La oración es el arma poderosa contra la que no puede hacer nada. Y, de forma especial, nuestra Madre María, la llena de Gracia que aplasta su cabeza.

Pidamos al Espíritu Santo que nos dé el don de la fortaleza, la sabiduría y consejo para aplicándolo a nuestras vidas, seamos capaces de dar el testimonio que mueva a otros a despertar la inquietud de acercarse a Jesús, el verdadero Camino, la verdadera Verdad y Vida. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.