Páginas

Páginas

martes, 12 de junio de 2012

SI NO SOY LUZ NI SAL...


Es que mi corazón no deja entrar al Espíritu Santo, y, por lo tanto, no irradia su Luz ni su Verdad. Porque Jesús nos lo dijo, y su Palabra siempre se cumple. Algo falla en mí que no permite que el Espíritu Santo haga su obra en mí, porque esa es su misión y para eso ha sido enviado.

Ser sal y luz yo sólo no puedo, porque la luz no está en mí, me viene de Dios, mi Padre, a través de Jesús, mi Redentor. Y quien me acompaña guiándome con esa Luz es el Espíritu Santo, quién me asiste, me aconseja, me ilumina, me fortaleza y me infunde sabiduría.

Solo en Él puedo llevar a cabo la obra que Dios, mi Padre, quiere en mí. Por eso, si esa obra no la realizo es porque estoy fiándome de mis fuerzas y haciendo mis proyectos, y no los de Dios. Debo, pues, replantearme esos interrogantes y reflexionarlo en presencia del Espíritu.

¡Padre!, ¿qué ocurre en mí? ¿Acaso pretendo, incluso sin darme cuenta, hacer lo que yo creo, y no dejo actuar en el Espíritu en mí? ¿O por el contrario busco que Tú Voluntad coincida con la mía, y cuando no es así, me rebelo?

¡Padre!, te pido luz y sabiduría para dejarme llevar por la acción del Espíritu, y ser lo suficientemente humilde para dejar pasar tu Luz, por tu Gracia, a través de mi ser opaco, pequeño e inútil. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.