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lunes, 23 de julio de 2012

PERDÓNA MI INCREDULIDAD

 - Digo creer en Ti, y vivo como si no existieras.


Dios mío, porque yo soy también de los que, cada día, exijo más testimonios, más milagros y más pruebas. Siempre me pregunto dónde estás, y aunque sé que permaneces en el Sagrario, tan vivo como cuando caminabas entre los apóstoles, no termino por creérmelo.

Hablamos, prometemos, afirmamos... pero a la hora de actuar nos movemos por nuestros propios intereses y apetencias. Así, cuando hay un peligro o interés, cada uno a lo suyo. Es el pan de cada día y lo que, a penas que observes un poco, te das cuenta que es lo que sucede cada momento.

Sin darnos cuenta todos buscamos nuestro propio bien, nuestras comodidades, y eso tiene un nombre: nuestro propio egoísmo. Nos cuesta estar pendiente de los demás, y más de sus necesidades. Sin embargo, Jesús no actúa así ni se mueve por sus propios intereses, al contrario, está pendiente de las necesidades de los demás.

Y en su vida da constantemente prueba de ello, pero no nos basta con eso, le exigimos más y más. Y sólo en el momento que percibimos que nadie nos ayuda, recurrimos a Él, porque en Él encontraremos, no solo la sanación sino la salvación. Amén.

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