Páginas

Páginas

jueves, 23 de agosto de 2012

¿YO TAMBIÉN ESTOY INVITADO, SEÑOR?

 - En el relato de Jesús, fueron los invitados los que pusieron en peligro la ...
Porque por mucho que miro en mi correo no encuentro esa tarjeta de invitación. Sí, tengo muchas tarjetas de invitación a fiestas, a bodas, a comidas, a homenajes... pero ninguna tuya. ¿Habré mirado bien en mi correo, Señor?

Y si me la has enviado y no la he visto, quizás haya dejado de acudir ignorantemente o por no mirar bien y estar atento la haya rechazado o postergado por no considerarla de interés. Puede haber ocurrido también que, preocupado por las exigencias de la etiqueta no me haya interesado acudir.

Posiblemente mis intereses están en otras cosas, y pienso que es en ellas donde puedo encontrar lo que realmente busco y quiero. Por eso no me preocupo de mirar bien en mi correo ese tipo de invitaciones. Las deshecho y tiro a la basura. No me interesan.

No obstante, a todas las fiestas que acudo me quedo insatisfecho. Salgo vacío, sin gozo y más triste que antes. Se repite siempre lo mismo, son caducas y sin sentido. ¿Será la Tuya, Señor, diferente?

Te pido, Señor, que me abras los ojos, que alumbres mi inteligencia y hagas que mi voluntad busque y rebusque hasta el punto de mirar bien, porque esa invitación tuya quiero encontrarla, prepararme y aceptarla. Quizás sea la que haya estado buscando incesantemente.

Quiero Señor asistir. Ayúdame a encontrar ese traje de fiesta que a Ti te gusta para que pueda entrar y permanecer en la misma. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Compartir es abrirte, hablar de lo que piensas y conoces. Si lo haces, te descubres, y animas al otro a hacer lo mismo. En ese diálogo salta el encuentro y el conocimiento mutuo, y así puede, con mucha caridad, nacer la confianza y el respeto por el otro. Es la mejor manera de vivir y de poner en practica la Voluntad de Dios.