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miércoles, 21 de noviembre de 2012

DESCUBRIRME CON MIS TALENTOS...

 ¡Hoy he regalado 2 pares de botitas de niña y ha sido un verdadero placer!



es labor bastante ardua y difícil. No se descubre uno a sí mismo sino en el riesgo de experimentarse en las pruebas que la misma vida te somete. A veces oigo decir que para ejercer o hacer tal cosa se necesita vocación, pero, ¿qué es lo primero, la vocación o el descubrimiento de la misma?

En mi humilde opinión uno descubre su vocación en la medida que experimenta algo nuevo que no conocía o no había vivido. No sabe uno hasta que punto le puede gustar una comida o no gustarle hasta el momento de probarla. Y es precisamente en ese momento cuando descubre que le gusta o no.

También descubre uno sus talentos en la medida que se esfuerza en ponerse a disposición y servicio de los demás. Es en esos momentos cuando empiezas a descubrir que vales para hacer esto o lo otro. Y las pruebas de aceptación y satisfacciones que los demás te devuelven determinan si realmente vales para eso o no. Estás entonces descubriendo para que vales. O dicho de otra forma, cuál es tu vocación.

Y ahora viene lo más difícil. Descubierta tu vocación o talentos, ponerlos al servicio de los demás de forma desinteresada y gratuita. Sin menoscabar esfuerzos ni despreciar situaciones o relevancias. Totalmente entregado a dar hasta la última gota de sangre. Y es entonces cuando experimentas que tú solo no podrás conseguirlo.

Por eso, elevamos nuestra plegaria al Cielo consciente que nuestro Padre nos mira y nos acompaña. Y nos envía a su Hijo Jesús para que en Él, con Él y por Él podamos recorrer ese camino de lucha y esfuerzo y multiplicar todos los talentos que el Padre nos ha regalado.

Y el Hijo nos ha dejado al Espíritu Santo para que nos conduzca, nos aconseja y nos fortalezca sin miedo a perdernos ni a desfallecer. Hemos vencido en el Hijo, por su Muerte y Resurrección, y nada debemos temer. Pongamos, pues, en Manos del Espíritu, y confiados sigamos sus soplos. Amén.



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