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sábado, 3 de noviembre de 2012

NO PERMITAS QUE ME DUERMA, SEÑOR...

 Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 5, 21-43

porque es muy fácil vivir dormido. Basta con hacer lo que hace todo el mundo, lo que hoy todos llaman lo corriente. Además es contagioso y gusta porque nuestra naturaleza nos empuja a ello. Todo consiste en defender nuestro pequeño bienestar y sentirnos a gusto ahí dentro.

Nos aletargamos y nos paralizamos llenos y hartos de tantas cosas caducas que nos llenan pero no nos sirven para nada. No nos dan paz ni tranquilidad, ni nos satisfacen plenamente. La llenamos de diversiones, informaciones y experiencias, y nos agitamos en un vértigo de prisas y carreras. Podemos hacer muchas cosas y hasta buenas. Gastar nuestra vida, pero incapaces de descubrir algo grande en ella.

Corremos el peligro de vivir dormidos en una religión cómoda, de prácticas, de cumplimientos que nos proporciona tranquilidad, pero no vida. Ocupamos nuestra vida en múltiples cosas y problemas que nos afectan, pero no llegamos a descubrir ni experimentar que es amar y compartir, que es ser amable y solidario. Y de esta forma no podemos encontrarnos con Jesús, y menos con su Padre Dios.

Despiértame, Señor y enséñame a ocupar los últimos puestos, que son los del servicio, los de la comprensión, los de la humildad y los del amor. Porque solo así mi corazón se sentirá pleno, lleno de paz y confortablemente bien en el lugar que se encuentre. Precisamente porque Tú estarás allí.

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