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jueves, 6 de junio de 2013

AMAR SUPONE SER ÚLTIMO



Ocurre que aquellos que se empeñan en amar son siempre los que ocupan el último lugar. El que ama se olvida de sí mismo, espera por todos y elige en el último lugar, así que recogerá lo que los otros dejen o desprecien. Siempre ocupará el último lugar y tomará de los restos que los demás rechacen.

Amar supone eso, quedarte relegado a tomar de lo que queda y nunca elegir lo que quieres sino lo que los demás te dejan. Porque el que ama solo da, pues ese darse le recompensa y le hace plenamente feliz. Lo experimentamos con nuestros padres. De manera especial y más notable con nuestras madres. No entendemos como las madres se dan y dan todo por sus hijos. Ese darse y entregarse por amor nos hace exclamar en muchos momentos que no hay amor como el de una madre.

En nuestro Padre Dios encontramos el Amor más grande, gratuito y generoso. Porque el amor si deja de ser gratuito, también deja de ser amor. Dios nos ama incondicionalmente, pues todo lo recibimos de Él y nada podemos darle a cambio. Solamente, recibida la libertad, podemos ponerla en su Manos para que, por su Gracia podamos amarle y regresar amorosamente a Él.

Por todo eso, unidos en fraternal comunidad, le pedimos suplicantes que nos inunde de su Amor para que podamos, volcándolo en los hermanos, regresar a Él según su Voluntad. Amén.

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